Antropología de Aristóteles
HILEMORFISMO
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Aristóteles va
a aplicar su teoría hilemórfica a
la concepción del hombre, intentando recuperar la unidad que Platón rompió al
considerar nuestro ser como compuesto de dos substancias distintas
difícilmente reconciliables. Sin embargo, esto no implica que Aristóteles
prescinda por completo de una visión dualista sobre el hombre.
En
el Tratado del Alma llega el filósofo a una concepción unitaria que
considera al alma como la forma del cuerpo, indisolublemente ligada a él,
pero, aun así, el dualismo alma
y cuerpo se mantiene ya que no desaparece la concepción bipolar de los dos
coelementos que componen la unidad hombre. Veámoslo.
ORGANICISMO
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Aristóteles explica el fenómeno de
la vida con los mismos conceptos que utilizó en su física y en su metafísica
(forma, acto y fin) en una concepción que se ha denominado
posteriormente organicismo. Cuando hablamos del alma humana,
y del alma en el resto de los seres vivos, nos referimos con ello a las
múltiples acciones, operaciones y funciones que realizan estos seres: sentir,
nutrirse, pensar... Estas actividades no pueden, desde luego, realizarse sin
el cuerpo, porque precisamente no son más que su propia operatividad y
funcionalidad.
Por ello, y aquí se separa de Platón, no es lícito considerar al alma como
algo separado o separable del cuerpo. El alma es al cuerpo lo que la función
es al órgano: "si el ojo fuera un animal, la vista sería su
alma" Como consecuencia, el alma no es un ser subsistente por sí mismo
ni tampoco una substancia. Lo que es sustancia es el hombre, que es un
compuesto de alma y cuerpo: "Todo cuerpo natural, pues, que posee la
vida, debe ser substancia, y substancia de tipo compuesto." (Del
Alma, 412, a.)
Todo ser vivo se caracteriza por el hecho de que realiza por sí mismo una
serie de funciones fundamentales: se alimenta, crece y perece según su
naturaleza. El término vida es análogo y no unívoco, esto quiere decir que
dicho término posee múltiples sentidos: "Ahora bien: la palabra vivir
tiene muchos sentidos, y decimos que una cosa vive si está presente en ella
cada una de las cosas siguientes: mente o pensamiento, sensación, movimiento
o reposo en el espacio, además del movimiento que implica la nutrición y el
crecimiento o corrupción."
(Del Alma, 413, a.)
El ser vivo, y el hombre, es un compuesto unitario, y su alma está presente
en todo el cuerpo como lo están todas las formas en todas las substancias.
Por este motivo, el estudio del
alma (psyché), la psicología, tendrá que fundarse en un estudio de las
substancias naturales vivientes, es decir, en un estudio general del ser
vivo: vegetales, animales y hombres.
Los seres vivos son
también substancias compuestas de materia y forma (hilemorfismo): El cuerpo
(soma) de los seres vivos constituye su substrato o materia. El alma
(psyché) es la forma (morphé) que determina a ese cuerpo a ser lo que es
y a comportarse y realizar naturalmente las funciones que le son propias.
Este hilemorfismo permite
concebir al ser viviente como un compuesto unitario, regido por un alma que
no representa sino su principio vital, el fundamento de toda su funcionalidad
y operatividad. Por lo tanto el hilemorfismo en el terreno antropológico
supone el rechazo de la inmortalidad del alma que afirmó Platón (y
los pitagóricos). El alma no sobreviene la muerte, no es eterna ni inmortal
ni se reencarna en ningún otro ser. El alma no puede existir sin el cuerpo,
aunque ella misma no sea un cuerpo. Al igual que no puede haber vista sin ojo
que la realice, no puede existir separadamente un alma de un cuerpo, puesto
que ésta no es más que su forma, su funcionalidad.
JERARQUÍA
Aristóteles criticará a Platón su concepción
tripartita del alma y la fisicalización de ésta. El alma no tiene partes, ni
hay tres almas distintas. El alma es única, ilocalizable porque no es un
cuerpo ni una parte del cuerpo, sino su función.
Sin embargo, sí acepta Aristóteles
una jerarquía en los seres vivientes producida por la
heterogeneidad de las funciones vitales que realizan: no todos los seres
vivos tienen las mismas capacidades, ni realizan las mismas funciones. Hay
diferentes niveles de operatividad y funcionalidad que permiten establecer
una distinción de las funciones del alma en relación con los seres que la
poseen:
A.
Función nutritiva (o vegetativa)
Es la
única función que es común a todos los seres vivos, y consiste en la
alimentación y la reproducción. Sin ellas no habría seres vivos.
B.
Función sensitiva
Abarca dentro de ella dos
funciones distintas pero relacionadas entre sí:
- La
función apetitiva: sentir (dolor, placer, etc.), desear, apetecer, etc.
- La función motriz: la capacidad de moverse y trasladarse en el espacio.
C.
Función pensante
Se trata de la capacidad,
sólo humana, de entender y pensar. Es la función superior y más elevada que
puede poseer un ser vivo.
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